Introducción
La atención es un proceso psicológico básico e indispensable para el procesamiento de la información, sustentado por un complejo sistema neuronal, encargado de controlar toda actividad mental [1]. El objetivo del presente artículo consiste en explicar los componentes y las características de la atención, así como los modelos teóricos del proceso, con el fin de lograr una definición clara y precisa del constructo, aceptada por todos los profesionales del campo. La atención es una función neuropsicológica compleja, y por ello, difícil de definir. Por ello, no parece existir un claro acuerdo sobre qué y qué no es la atención.
Como sabemos existen múltiples definiciones sobre qué es la atención, las cuales han surgido a lo largo de la historia de la mano de diversos autores [2]. Entre estas definiciones destaca la propuesta en 1890 por William James quien definió la atención como: “[…] la toma de posesión por parte de la mente, de forma clara y vívida, de uno de los que parecen ser diferentes objetos o líneas de pensamiento que suceden de manera simultánea. Su esencia son la localización y la concentración de la consciencia. Implica dejar de lado algunas cosas para poder tratar de forma efectiva otras”.
Sin embargo, pese a ser una definición clásica, es una definición subjetiva e incompleta [4]. No obstante, no nos centraremos en analizar cada una de las definiciones surgidas en torno al concepto. De manera generalizada diremos que la atención es la “capacidad o habilidad cognitiva que nos permite seleccionar y procesar un estímulo para responder de manera efectiva ante éste mientras se dejan de lado otros, es decir, se trata de una habilidad a través de la cual las personas somos capaces de seleccionar la información relevante del total disponible” [6].
Tipos de atención
A pesar de no existir un acuerdo sobre qué es y qué no es la atención, en lo que parece ser que existe un acuerdo es en la gran confusión terminológica que existe en relación al término, ya que parte del problema parece residir en el hecho de que la atención no es un proceso unitario, así la atención debe ser entendida como un sistema complejo de subprocesos específicos.
Muchos son los autores que han propuesto teorías acerca de los tipos de atención existentes, centrándose en diferentes características de este proceso cognitivo. En este sentido, destaca el modelo propuesto por Sohlberg y Mateer (1987;1989) debido a su uso altamente extendido en el entorno clínico. Dicho modelo es jerárquico y, cada nivel requiere el correcto funcionamiento del nivel anterior y la asunción de que cada componente es más complejo que el que le precede. En concreto, estas autoras proponen la existencia de seis tipos atencionales:
- Arousal. Capacidad de estar despierto y mantener la alerta, es decir, implica la capacidad de seguir estímulos y órdenes.
- Atención focal. Habilidad para enfocar la atención en un estímulo ya sea visual, auditivo ó táctil.
- Atención sostenida. Capacidad para mantener una respuesta de forma consistente durante un periodo prolongado de tiempo.
- Atención selectiva. Es la capacidad para seleccionar, de entre varias posibles, la información relevante que hay que procesar o el esquema de acción apropiado, inhibiendo unos estímulos mientras se atiende otros.
- Atención alternante. Es la capacidad para alterar el foco de atención entre tareas que implican requerimientos cognitivos diferentes, controlando qué información es procesada en cada momento.
- Atención dividida. Capacidad para atender a dos cosas al mismo tiempo. Es la capacidad de realizar la selección de más de una información a la vez o de más de un proceso o esquema simultáneamente.
¿Qué procesos integran la atención?
Como en el caso anterior, son varios los autores que han centrado su atención en delimitar los procesos atencionales. Sin embargo, pese al gran número de teorías surgidas al respecto, parece haber un consenso en relación a los procesos atencionales. En este sentido, la atención se podría dividir en tres procesos:
- Arousal. El arousal hace referencia a la capacidad de estar despierto y mantener la alerta, es decir, implica la capacidad de seguir estímulos y órdenes.
- Selección. Habilidad para seleccionar la información relevante e inhibir la información irrelevante.
- Control. A través del control atencional las personas pueden dirigir su comportamiento para conseguir las metas que se proponen, a pesar de los eventos que puedan distraerlas del objetivo. Además, permite procesar la información novedosa para dar una respuesta apropiada.
Conclusiones
En este artículo hemos tratado de delimitar los tipos y procesos atencionales. No obstante, aunque hemos propuesto un conjunto de tipos y procesos, no hay una única solución válida, pues a lo largo de la historia han surgido numerosas teorías y modelos a través de los cuales se han tratado de establecer los distintos tipos y procesos que integran este dominio cognitivo. En la práctica clínica, por tanto, pueden existir tantos abordajes como modelos y teorías. No obstante, para que dicho abordaje sea satisfactorio, el profesional del ámbito deberá ajustarse al modelo o teoría que considere más valido, facilitando de esta forma un estudio exhaustivo del paciente dentro de cada esfera cognitiva.
Referencias bibliográficas
- Gómez-Pérez, E., Ostrosky-Solís, F., & Próspero-García, O. (2003). Desarrollo de la atención, la memoria y los procesos inhibitorios: relación temporal con la maduración de la estructura y función cerebral. Revista de neurología, 37(6), 561-567.
- Ocampo, L. P. L., Chamorro, I. L., Morales, M. R., & Cordero, C. P. La atención: un proceso psicológico básico. In Abstracts. European sociological Associaciation Third Conferencia. Inclusions Exclusions (Vol. 9, p. 10).
- Pérez Hernández, E. (2009). Desarrollo de los procesos atencionales.
- Redolar Ripoll, D. (2014). Neurociencia Cognitiva. Madrid: Panamérica.
- Sohlberg, M. M., & Mateer, C. A. (1989). Introduction to cognitive rehabilitation: Theory and practice. Guilford Press.
- Tirapu Ustárroz, J., Rios Lago, M., & Maestú Unturbe, F. (2008). Manual de Neuropsicología. Barcelona: Viguera Editores S.L.
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