Corteza Prefrontal: el director de orquesta

Introducción

A lo largo del día estamos continuamente planificando las cosas que tenemos que hacer, organizando nuestro tiempo y resolviendo problemas cotidianos.

¿Qué es la corteza prefrontal?

Cuando hablamos de este término hacemos referencia a la parte anterior del lóbulo frontal y se extiende por la zona lateral, inferior y medial de dicho lóbulo [1]. En Neuropsicología se ha considerado como el director de orquesta ya que sus funciones pueden considerarse como los elementos más diferenciales entre el ser humano y el resto de animales. Además podemos afirmar que se trata de una zona de asociación, ya que integra información de diferentes áreas cerebrales y a su vez envía información a otras regiones dadas sus conexiones con el resto del cerebro.

La corteza prefrontal es el sustrato anatómico de las funciones ejecutivas. Éstas vienen a formar un constructo teórico que engloba una serie de procesos cuyo objetivo es la conducta dirigida a una meta y la consecución de un fin mediante el control y la regulación de dichas conductas.

Entre los procesos que podemos englobar dentro de la categoría de funciones ejecutivas encontramos la planificación, la selección de metas, autorregulación de la actividad, anticipación de consecuencias futuras, flexibilidad cognitiva, inhibición de conductas no requeridas en el momento, inicio y control de la actividad. [2] Todas ellas juegan un papel esencial en nuestro funcionamiento cognitivo y conductual, en la regulación emocional y de la conducta social.

Centrándonos en la organización anatómica de la corteza prefrontal, debemos hacer referencia a sus 3 partes principales: el área prefrontal dorsolateral, el área medial y el área orbitofrontal. Cada una de ellas está especializada en un tipo diferente de función, si bien debemos considerarlas como un todo que trabaja de forma organizada y coordinada. Veamos a continuación las principales funciones de estas tres partes de la corteza prefrontal. 


Área prefrontal dorsolateral.

Es la parte que ocupa el área lateral del córtex prefrontal. Es la mayor de las tres y la más nueva filogenéticamente hablando y se relaciona con los procesos cognitivos más complejos. Entre sus funciones destacan la memoria de trabajo, la flexibilidad cognitiva, la secuenciación temporal de las acciones, planificación y la solución de problemas. El control atencional, la formación de conceptos y el razonamiento también son funciones llevadas a cabo por este área [1,2].

Área prefrontal mesial

Situada en la parte interna del córtex prefrontal es la base anatómica de las funciones relacionadas con la inhibición conductual, la atención y la regulación de estados motivacionales.

Área prefrontal orbitofrontal

Situada sobre las órbitas de los ojos (de ahí su nombre), en ella se asientan los procesos cognitivos y emocionales que subyacen a las interacciones sociales. Está involucrada en detectar conductas potencialmente peligrosas y en la toma de decisiones en base a yuxtaposiciones de procesos emocionales y racionales [2]

Síntomas asociados a un mal funcionamiento de la corteza prefrontal

Una vez comentadas las diferentes partes que podemos encontrar en la corteza prefrontal, así como las principales funciones asociadas a cada una de ellas, ¿qué podemos observar si se produce un daño o lesión en alguna de las 3 partes principales? En la literatura, el síndrome disejecutivo ha hecho referencia a los signos más cognitivos de una alteración frontal y también se ha considerado como el término que engloba las tres alteraciones que vamos a ver a continuación:

Síndrome disejecutivo

Se produce como consecuencia de un daño en la corteza prefrontal dorsolateral. Si relacionamos lo anteriormente expuesto con la lesión de esta zona, deducimos que lo que se verá afectado principalmente serán los procesos ejecutivos “frios” o más puramente racionales. La memoria de trabajo, la flexibilidad cognitiva (el sujeto se muestra muy rígido y perseverant, no planifica su conducta entre otras (el sujeto no hace ensayos mentales de como va actuar ante una situación nueva antes de llevarla a cabo por lo que no puede predecir las consecuencias de la [4] además, su lesión provoca apatía y pérdida de la conducta autoiniciada.

Síndrome orgánico de la personalidad

En segundo lugar encontramos la lesión en el área orbitofrontal, que da lugar al síndrome orgánico de la personalidad, subtipo desinhibido. Ejemplo de ello es el caso de Phineas Gage, quien sufrió una lesión con una barra de acero que dañó el área orbitofrontal izquierda. Tras esta lesión sufrió un cambio en su personalidad. Este cambio derivó en una personalidad despreocupada, irresponsable e imprudente, inestable emocionalmente, desinhibido e impulsivo, egocéntrico y carente de empatía hacia los demás [3].

Mutismo acinético

Por último y haciendo referencia a la tercera de las partes en las que hemos dividido el córtex prefrontal, encontramos la lesión en la zona media. Si ésta se encargaba de la atención y estados motivacionales, su lesión puede provocar:

  • Mutismo acinético,
  • Cuadro muy grave cuyos síntomas son apatía y pérdida de iniciativa (en un grado mucho mayor que la apatía que puede encontrarse en la lesión dorsolateral), desinterés ante todo tipo de estímulos
  • Ausencia de actividad espontánea tanto verbal como motora.

Conclusiones

La lesión en el córtex prefrontal supone el mal funcionamiento del sujeto en tareas que precisan de las funciones ejecutivas. Hemos visto cómo diferentes partes se encargan de funciones diferentes y que su lesión da lugar a distintos síndromes. Sin embargo, en la clínica es muy difícil encontrarnos con casos puros. Por ello,necesitamos ser cautos a la hora de afirmar que la lesión en una zona concreta dará lugar a unos síntomas específicos. De lo único que no cabe duda es que las funciones ejecutivas se localizan en el lóbulo prefrontal y que sin ellas funcionando en su nivel óptimo, el sujeto tendrá grandes dificultades para el funcionamiento individual y social.


Referencias bibliográficas

  1. García-Molina, A., Enseñat-Cantallops, A., Tirapu-Ustarrioz, J., Roig-Rovira, T. (2009). Maduración de la corteza prefrontal y desarrollo de las funciones ejecutivas durante los primeros cinco años de vida. Revista de Neurología, 48, 435-440.
  2. Lozano, A., Ostrosky, F. (2011). Desarrollo de las funciones ejecutivas y de la corteza prefrontal. Revista de Neuropsicología, neuropsiquiatría y neurociencias, 11 (1), 159-172
  3. Navas, E., García, J.J. (2004). El síndrome disejecutivo en la psicopatía. Revista de Neurología, 38 (6), 582-590.
  4. Pararda, M., Corral, M., Fernández, M.C, Fernando, M. (2007). Rendimiento de los pacientes alcohólicos en la evaluación comportamental del Síndrome Disejecutivo (BADS). Mapfre Medicina, 18 (1).