¿Qué cambios ocurren en el cerebro durante la adolescencia?

Introducción

Siempre hemos oído que la adolescencia es una época de cambios y también de mucha vulnerabilidad, pero hay toda una serie de mitos respecto a ella:

  • “Las hormonas hacen que los jóvenes se vuelvan locos”. Aunque sí es cierto que hay un aumento de una serie de hormonas, éstas no determinan por sí solas el comportamiento.
  • “La adolescencia no es más que un periodo de inmadurez”. Es una idea muy restrictiva de ella y muy relacionada con la idea de que hay que sobrevivir a ella, pero se debería entender como un escenario para el desarrollo posterior de rasgos básicos del carácter.
  • “La adolescencia requiere pasar de la dependencia de los adultos a una total independencia de ellos”, sin embargo, se tendrían que seguir beneficiando de la relación con los adultos.

Retos de la adolescencia

Hay muchos retos que asumir en la adolescencia: la reestructuración y consolidación de la imagen corporal, el proceso de independencia y autonomía económica y social, establecimiento de la identidad, desarrollo y asunción de un sistema de valores, la programación del futuro y el aprendizaje de su identidad sexual (18). También es destacable la influencia de los iguales y el mayor deseo de implicación social, así como una mayor búsqueda de situaciones novedosas, un aumento de la intensidad emocional y experimentación creativa.

Chicos vs chicas

Y los chicos y las chicas lo viven de una manera diferente. En general, en las chicas, su cerebro se hace muy sensible a los matices emocionales de aceptación o rechazo. Priorizan relacionarse socialmente, agradar y gustar al sexo opuesto. En los chicos, el aumento de testosterona facilita querer aislarse. Esta hormona reduce su interés por el trato social, excepto en lo relativo al deporte y al sexo. La vasopresina les permite gozar con la competitividad y desear mantener su independencia. Necesitan jerarquía masculina. En ellos se acusa más la temeridad, tan característica en esta edad, porque conceden más expectativas a los beneficios que a los riesgos”. Otra conducta común a los adolescentes es que tienden a acostarse y a despertarse más tarde. La reducción del sueño se ha asociado con un peor desempeño académico y alteraciones emocionales [4,5]. Quizá la búsqueda de gratificación sea una de las características más llamativas de la adolescencia que, además, se manifiesta de tres maneras diferentes:

  • Aumento de la susceptibilidad a la adicción ya que todos los comportamientos y sustancias adictivas suponen la liberación de dopamina y se seguirá practicando este comportamiento a pesar de conocer su impacto negativo en la salud.
  • Hiperracionalidad: es la manera de pensar en términos literales y concretos, así, cuando se examinan solamente los hechos de una situación sin ver el panorama en su totalidad, se pasa por alto el contexto o el entorno en el que ocurren, dando mucha más importancia al resultado positivo que al negativo.

El contexto social y emocional que se experimenta en la adolescencia establece el escenario de cómo va a procesar la información nuestro cerebro. Por tanto, el ritmo del desarrollo del cerebro lo marcan tanto la activación neuronal inducida por la experiencia como la información genética.  

¿Qué ocurre en nuestro cerebro durante la adolescencia?

Nuestro cerebro alcanza el 90% de su tamaño definitivo alrededor de los seis años, pero las diferentes estructuras que lo componen experimentan notables cambios entre los 6 años y los 20 (7). Desde los 12 y hasta los 24 años hay un enorme crecimiento y maduración cerebral. Hay una caída lineal de la sustancia gris y un aumento de la sustancia blanca en esta época, lo que refleja un aumento de la mielinización, lo que va a suponer una transmisión neuronal más rápida y precisa. Es un cerebro en proceso de cambios constantes y dinámicos que incluyen la proliferación y posterior “poda sináptica”. Estos fenómenos tienen un correlato funcional: la sobreproducción de neuronas puede permitir tener una capacidad máxima para responder al ambiente y formar múltiples conexiones.

Posteriormente, durante el desarrollo las neuronas o sinapsis que no reciben estimulación se eliminan, con lo cual se logra un mayor grado de especialización [11-12]. Además, hay un cambio desde una activación difusa a una activación focalizada y específica [6]. , y avanza desde la activación de regiones posteriores hacia la integración de zonas corticales anteriores [3]. Esta mejora progresiva que tiene lugar casi al llegar la segunda década en la conexión entre la corteza orbitofrontal y algunas estructuras límbicas, como la amígdala, el hipocampo y el núcleo caudado, conlleva un importante avance en el control cognitivo y en la inhibición de emociones y conductas, con la consiguiente disminución de la impulsividad propia de la adolescencia (8).

Corteza prefrontal

La corteza prefrontal, en pleno desarrollo madurativo al comienzo de la adolescencia, es una de las estructuras cerebrales más frecuentemente vinculadas con las conductas de asunción de riesgo. Puede ser que al no estar completamente desarrollada, los adolescentes cometan fallos en la planificación y formulación de estrategias, así como los errores de perseverancia, rigidez conductual, dificultades para inhibir respuestas irrelevantes o inadecuadas y presentar una mayor impulsividad [15].

Procesamiento de emociones

Del mismo modo, presentan mecanismos de procesamiento de las emociones diferente al de los adultos, probablemente también debido al inacabado cableado de la corteza frontal, como confusión de ciertas expresiones faciales, identificando expresiones de temor como si fueran ira o amenaza y actuando en consecuencia [11].

Se ha postulado que, a medida que vaya madurando la corteza prefrontal también lo harán las funciones cognitivas asociadas a ella como la memoria a corto plazo, la memoria de trabajo, la capacidad de planificación, la atención, las conductas inhibitorias y la toma de decisiones. Además de esta inmadurez en la corteza prefrontal, cuyo desarrollo se extiende hasta la tercera década de la vida, existe una mayor activación del circuito mesolímbico relacionado con el placer y la recompensa. Este circuito utiliza la dopamina como neurotransmisor e incluye las proyecciones desde el área tegmental ventral al cuerpo estriado (núcleo accumbens y núcleo caudado) a las estructuras límbicas (amígdala) y a la corteza orbitofrontal (4).

Cambios durante la pubertad

Los cambios que este circuito experimenta durante la pubertad como consecuencia de la producción hormonal son debidos a que las áreas cerebrales que lo integran están muy inervadas por receptores esteroides gonadales, cuya producción aumenta claramente con la llegada de la adolescencia. Este aumento provoca que los adolescentes se sientan atraídos por las experiencias emocionantes y las sensaciones estimulantes. El nivel de dopamina es bajo excepto en la corteza prefrontal pero su liberación en respuesta a la experiencia es mayor, lo que puede explicar el aburrimiento que sienten los adolescentes cuando no están realizando alguna actividad nueva o estimulante, poniendo toda su atención en la gratificación que le seguirá, obviando sus posibles riesgos y desventajas. Este hecho aparece de manera más pronunciada en el estriado y más en hombres que en mujeres. 

Conclusiones

Con toda esta mezcla de hormonas y cambios cerebrales es necesario entender la adolescencia como una etapa más de la vida, pero no como una etapa de guerra sino de la que se puede aprender y establecer las bases para todo aquello increíble que vendrá después.

Referencias bibliográficas

  1. Arias Gallegos, W. L. (2013). Agresión y violencia en la adolescencia: la importancia de la familia. Avances en Psicología 21 (1): 23-34.
  2. Brown, T., Petersen, S., Schlaggar, B. (2006). Does human functional brain organization shift from diffuse to focal with development? Dev Sci, 9 (1): 9-11.
  3. Burunat, E. (2004). El desarrollo del sustrato neurobiológico de la motivación y emoción en la adolescencia: ¿un nuevo periodo crítico? Infancia y Aprendizaje, 27: 87-104.
  4. Carskadon MA, Acebo C, Jenni OG. (2004). Regulations of adolescent sleep implications for behavior. Ann. N.Y. Acad.Sci 1021:276-291.
  5. Durston, S., Davidson, M., Tottenham, N., Galvan, J., Fossella, J., Casey, B. (2006). A shift from difuse to focal cortical activity with development. Dev Sci, 9 (1): 1-8.
  6. Gogtay N., Giedd, JN, Lusk, L., Hayashi, K., Greenstein, D., Vaituzis, AC., Nugent III, F., Herman, D., Clasen, L., Toga, A., Rapoport, JL., Thompson, P. (2004). Dynamic mapping of human cortical development during childhood through early adulthood. Proc. Natl. Acad. Sci, 101 (21): 8174-8179.
  7. Gruber SA, Yurgelun-Todd DA. (2006). Neurobiology and the Law: a role in Juvenile Justice? Ohio State Justice of Criminal Law, 3: 321- 340.
  8. Kuhn, D. (2006). Do cognitive changes accompany developments in the adolescent brain? Perspective on Psychological Science, 1: 59-67.
  9. Oliva, A., Antolín, L. (2014). Cambios en el cerebro adolescente y conductas agresivas y de asunción de riesgos. Estudios de Psicología, 31:1: 53-66.
  10. Siegel, D. J. (2014), Tormenta cerebral. El poder y el propósito del cerebro adolescente, Barcelona, Alba Editoriales, s.l.u.
  11. Triskier, F. J. (2006). La era de los axolotls. Algunas especulaciones respecto a las modificaciones neurobiológicas durante la adolescencia. Vertex Revista Argentina de Psiquiatría, vol XVII, 70 (Nov-Dic): 424-431.

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