Joaquín Ibáñez: creo que es posible la especialización en Neuropsicología

Joaquín Ibáñez - Universidad Loyola

El mes de agosto, ese mes en el que las ciudades alejadas de la costa están prácticamente desiertas, hemos tenido el placer de entrevistar en Sevilla a Joaquín Ibáñez, docente de la Universidad Loyola al que tuve el placer de escuchar hace no mucho en una mesa redonda organizada por esta misma universidad.

¿Quién es Joaquín Ibañez?

¿A esta tengo que contestar yo?. Bueno, pues me considero un tipo sencillo que intenta disfrutar la vida con su familia y amigos mientras procura ayudar a otras personas que afrontan dificultades psicológicas asociadas a alternaciones cerebrales. Hace un par de años me convertí en padre y eso ha cambiado completamente mi forma de entender la vida. Creo que ahora puedo comprender un poco mejor las situaciones tan duras por las que pasan muchas familias con hijos con Trastornos del Neurodesarrollo. 

Trayectoria profesional de Joaquín Ibáñez

A continuación, con el fin de que el lector conozca algo más sobre su trabajo, le realizaré una serie de preguntas.

¿En qué está trabajando actualmente?

Desde hace un par de años estoy centrando mis esfuerzos en la enseñanza de la Neuropsicología a los futuros psicólogos en la Universidad Loyola Andalucía. Además de la docencia en el Departamento de Psicología, aquí comparto la línea de investigación “Análisis Psicobiológico de las Disfunciones Cognitivas a lo largo del ciclo vital” con Alejandro Galvao, encargándome especialmente de las alteraciones de aparición en la infancia y la adolescencia.Esta línea de investigación está adscrita al Laboratorio de Neurociencia Humana de la Universidad. Respecto a la trayectoria que me trajo hasta aquí, destacaría dos grandes pasos: una vez terminada la Licenciatura en Psicología tuve claro que era el momento de especializarse profesionalmente.

Hacía la especialización

Tras un periodo de búsqueda tuve la suerte de encontrarme con la primera edición del Máster en Formación Profesional en Neuropsicología Clínica de la Universidad Pablo de Olavide, dirigido por Pablo Duque en el Hospital Virgen Macarena de Sevilla. Allí disfruté de 3 años de residencia en los que le perdí el miedo a sentarte junto a una familia para intentar encontrar los mejores recursos posibles para su caso, mezcla de evidencia científica y el ojo clínico que te da la experiencia.

No obstante, dado que la Neuropsicología es una especialidad relativamente reciente, y más aún en el ámbito infanto-juvenil, sentí la necesidad de mejorar mis conocimientos y recursos de investigación, por lo que una vez terminado el máster tampoco lo dudé cuando surgió la posibilidad de dar el segundo gran paso: incorporarme al proyecto de investigación nacional “Cognición y Educación” en cuyo contexto desarrollé mi doctorado bajo la dirección de David Saldaña, coordinador del Laboratorio de Diversidad, Cognición y Lenguaje del Departamento de Psicología Evolutiva y de la Educación de la Universidad de Sevilla.

De este modo, con mi labor actual creo estar completando un camino que me ha llevado de la teoría a la práctica, de la acción a la investigación, y que ahora completo con una docencia en la que intento enseñar la teoría basándome en la práctica y la evidencia científica. Un camino circular en el que, como ninguno de ellos en sí mismo es la meta, espero seguir caminando y aprendiendo.

¿Cuáles son sus futuros proyectos? o ¿qué proyectos le gustaría emprender?

¿Proyectos? Tengo un cajón lleno, jeje. El problema es encontrar el tiempo y los recursos para darle vida a todos ellos. Los proyectos en los que actualmente ando liado van desde la participación activa en las redes profesionales que nos conduzcan al reconocimiento oficial de la especialidad de Neuropsicología en España, a la estructuración de enseñanzas de postgrado que fomenten la formación integral de los futuros profesionales de la Neuropsicología. Si nos centramos en proyectos más específicos, actualmente estamos trabajando en diversos estudios que nos permitan conocer mejor la implicación de las funciones ejecutivas en procesos como la comprensión lectora, que tan importante resulta para el desarrollo académico y personal de niños y adolescentes.

Por otra parte, estamos trabajando en el diseño de protocolos de evaluación Neuropsicológica que sean de utilidad para la atención a enfermedades raras como la enfermedad de PKAN. Y es que aún hay mucho en lo que podemos ayudar a las familias que padecen enfermedades raras, por lo general infraestudiadas.

¿Una ilusión?

Me encantaría adentrarme en los usos de la realidad virtual en la intervención Neuropsicológica, pero por ahora no es mucho más que un anhelo. Un proyecto que sí tenemos muy avanzado y que en breve saldrá publicado en un número monográfico de la revista Neuropsychological Rehabilitation es la obtención de baremos actualizados para 10 pruebas de evaluación Neuropsicológica de frecuente utilización en la infancia y la adolescencia. Lo más bonito de este estudio de normalización dirigido por Juan Carlos Arango es que no solo obtendremos baremos representativos de la población española de 6 a 17 años de edad (etapas de educación primaria y secundaria), sino que estos baremos también estarán disponibles para muchos otros países de américa con los que compartimos el español como lengua materna.

Con una muestra total de 6000 participantes, creo que no me equivoco si digo que es el estudio de baremación de pruebas Neuropsicológicas en población infanto-juvenil más grande realizado hasta la fecha. En esta línea, acabamos de solicitar un proyecto de cooperación internacional junto al Instituto de Desarrollo de la Universidad Loyola Andalucía y la Fundación Entreculturas para hacer llegar estas pruebas recién baremadas a los profesionales que trabajan con niños y adolescentes de las zonas más desfavorecidas de Guatemala. Será fantástico poder participar en la transferencia de estos conocimientos a las personas que atienden a estos niños en los que tan frecuente es encontrar necesidades educativas especiales. 

Algunos apuntes sobre Neuropsicología

Como neuropsicóloga son bastantes las cuestiones que me gustaría plantearle. No obstante, debido a la escasez de tiempo, le plantearé algunas preguntas que a mi parecer podrían ser interesantes para el lector.

¿Cómo definiría la inteligencia?

Jeje, esa es una “buena pregunta”. Bueno, como intuyo que ya sabéis, actualmente no hay una definición completamente aceptada por todos respecto a lo que es la inteligencia, y varía bastante según los enfoques o marcos teóricos desde los que se parta. Si hay algo en lo que más o menos todos los especialistas que se han centrado en ella coinciden es que se trata de una habilidad compleja que emana de la interacción entre múltiples capacidades cognitivas y las experiencias del sujeto.

Este complejo proceso constructivo permite al individuo adaptarse de manera flexible a las demandas de su entorno y encontrar las conductas más convenientes para sus propios objetivos personales (que pueden incluir a los otros, claro está, no se trata de una cuestión puramente egocéntrica). Esta sería una definición genérica, después ya podríamos entrar en las definiciones de conductas inteligentes en diferentes dominios como el verbal, manipulativo, emocional o el musical, pero esto ya sería quizás extenderse demasiado. Dejemos que el lector interesado se introduzca en este fascinante mundo por sí mismo (inteligencia general vs. inteligencias múltiples).

En cualquier caso, creo que lo que casi todo el mundo entiende por inteligencia se podría concretar en la capacidad que tenemos muchos organismos vivos (no solo los humanos podemos ser inteligentes) para adaptarnos y prosperar en entornos cambiantes. Evidentemente, para ello necesitaremos poner a trabajar a todo nuestro sistema cognitivo, desde las funciones sensoriales más básicas a las ejecutivas más complejas, por lo que la tendencia actual en la evaluación neuropsicológica es intentar desentrañar todos los subprocesos cognitivos que permiten la conducta inteligente, de modo que al obtener datos sobre los que funcionan bien y los que no, podamos construir programas de intervención adaptados a cada caso.

¿Cree que debería implantarse la figura del Neuropsicólogo en los Centros Educativos?

Sí y no. A ver, desde luego que sería fantástico poder contar con neuropsicólogos en los centros educativos. Como parte del equipo de profesionales que atienden las necesidades de nuestros menores sin duda que sería algo genial. Sobre todo, en los centros de educación especial. Sin embargo, exceptuando centros privados con presupuestos muy saneados, lo cierto es que el panorama actual de los equipos de orientación educativa lo hace altamente improbable. Mi impresión es que todavía son pocos los psicólogos especialistas con los que se cuenta para hacer frente a todas las necesidades que se plantean en el ámbito escolar (las ratios psicólogo/estudiante son altísimas en muchos casos).

Creo que en estos momentos lo más eficiente sería apoyar y reforzar los conocimientos que tienen los profesionales de la orientación educativa en lo referente a las alternaciones del neurodesarrollo. Dotarles de mejores herramientas para la detección de posibles dificultades. Y que una vez detectadas puedan derivar el caso a un profesional de la Neuropsicología que las estudie en profundidad y realice un diagnóstico preciso a partir del cual poder construir una intervención conjunta con el psicólogo educativo. Esto creo que sería algo más alcanzable a corto y medio plazo. Y, aun así, es tremendamente complicado. Especialmente para las familias con escasos recursos económicos en tanto en cuanto aún no existe la figura del neuropsicólogo en la sanidad pública.

¿Cree que las emociones deberían formar parte del trabajo del neuropsicólogo?

Sin duda. Desde mi punto de vista las emociones son una parte muy importante del sistema cognitivo que nos ayudan a entender el mundo que nos rodea. Son una herramienta más con la venimos equipados a este mundo, y de especial importancia para comunicarnos y aprender a relacionarnos socialmente con otros, y con nosotros mismos. Si definimos las emociones como respuestas de nuestro sistema nervioso a estímulos relevantes, que tienen componentes tanto neurofisiológicos como cognitivos que propician la aparición de determinadas conductas, sin duda, la respuesta es sí, son algo a lo que la Neuropsicología le debería prestar atención.

Equipo multidisciplinares 

Otra cuestión es si, en el contexto de equipos multidisciplinares, el neuropsicólogo es el profesional más cualificado para su evaluación, diagnóstico e intervención. A día de hoy creo que los psicólogos clínicos formados en unidades de salud mental tienen una formación más potente que los neuropsicólogos en este ámbito, por lo que, si trabajo en un equipo que cuente con este tipo de profesionales, mi tendencia será derivar a ellos la atención específica en cuanto a las necesidades emocionales. Pero como sucede en todo comienzo, las líneas divisorias entre especialidades hermanas que se están definiendo suelen ser muy difusas y a veces se generan confusiones.

En este sentido, creo que una línea divisoria clara podría establecerse en cuanto al origen de las alteraciones emocionales: si se deben a un daño cerebral o alteración del sistema nervioso, por definición deberían ser abordadas por un neuropsicólogo, mientras que, si son de origen exógeno, sistémico o relacional, creo que ahí poco podríamos aportar desde nuestra especialidad.

En cualquier caso, creo que el sentido común y la ética profesional debería imperar en cada caso: si un determinado neuropsicólogo no está suficientemente cualificado para la atención de las alteraciones emocionales (lo cual puede suceder dada la escasa importancia que se la ha dado tradicionalmente a las emociones en nuestro ámbito de actuación), aunque el origen sea un daño cerebral, creo que debería derivar a un compañero especializado (ya sea psicólogo clínico o neuropsicólogo). El mismo principio podría aplicarse a la inversa, sin olvidar que al final lo más efectivo para la atención integral a las personas con alteración cerebral suele ser el trabajo multidisciplinar. 

El futuro de la Neuropsicología

En la actualidad, el futuro de la Neuropsicología es uno de los temas más controvertidos. Nos gustaría conocer su opinión al respecto.

¿Cree que se tiene una idea equivocada en la actualidad de lo que es la Neuropsicología?

Bueno, como con todo nuevo término que se introduce en la sociedad y como especialidad que aún está consolidándose como área profesional independiente, creo que es normal que aún haya confusiones e ideas equivocadas. Máxime si tenemos en cuenta el auge tan importante que estamos viviendo en este comienzo de siglo en todo lo referente a las neurociencias, con el consecuente uso generalizado del prefijo neuro- en infinidad de disciplinas.

En este sentido, creo que es responsabilidad de los profesionales de cada disciplina, en este caso de los psicólogos especializados en Neuropsicología, el realizar una adecuada difusión de los objetivos y procedimientos propios de nuestro ámbito de actuación profesional. Y ya que estamos, pues aprovecho. Tal como yo la entiendo, y de manera sucinta, la Neuropsicología se podría definir como el estudio científico de la conducta de un individuo (psicología) y su relación con la actividad del sistema nervioso (neurología), siendo de especial utilidad en la evaluación, diagnóstico e intervención psicológica en personas con alteraciones del desarrollo neurológico, daño cerebral sobrevenido, o enfermedades neurodegenerativas.

¿Es posible ejercer como neuropsicólogo sin la acreditación sanitaria?

Posible, por ser posible, es. Por ejemplo, si uno se dedica a la investigación en Neuropsicología, y no tienen responsabilidades de evaluación, diagnóstico e intervención clínica, no habría ningún inconveniente en ejercer sin habilitación sanitaria. Otra cosa es que se quiera ejercer la Neuropsicología en el ámbito sanitario. A día de hoy, si se ejerce en el ámbito clínico sin dicha habilitación, se estaría infringiendo la legalidad vigente (muy cambiante en los últimos años, dicho sea de paso).

Por tanto, para ejercer como neuropsicólogo clínico, en mi opinión, se deberá estar habilitado para el ejercicio de la psicología general sanitaria por alguno de los medios de habilitación transitorios que en su día se facilitaron a los profesionales que ya la estábamos ejerciendo (con todas las pegas que al proceso se le puedan poner), o se deberá obtener la habilitación vía Psicólogo Interno Residente (PIR) o a través de un Máster Universitario oficial que complemente la formación sanitaria actualmente ofrecida en los grados de Psicología.

Evidentemente, además de esta formación general sanitaria, deberemos obtener la formación especializada en Neuropsicología. Y en esto es en lo que llevamos unos cuantos años poniéndonos de acuerdo los profesionales del ámbito, en determinar cuáles deben ser las competencias fundamentales que debe tener todo profesional de la Neuropsicología. Está por ver si somos capaces de incorporar y demostrar que en dicha formación en Neuropsicología se incluyen las competencias del psicólogo general sanitario, al estar formando especialistas del ámbito sanitario, o deben realizarse ambas de manera independiente.

Como miembro del Consorcio de Neuropsicología, ¿cree que es posible que a corto – medio plazo exista la especialización de Neuropsicología?

Estoy completamente seguro de que lo vamos a conseguir, como miembro del Consorcio de Neuropsicología, de la Sección de Neuropsicología de la SEN, de la Sociedad Andaluza de Neuropsicología, y como Psicólogo Colegiado. No es una tarea sencilla, por lo que creo fundamental que todos los interesados rememos en la misma dirección. Con esto no quiero decir que no pueda haber diferentes opiniones ni puntos de vista, lo cual considero de lo más normal y saludable.

El reto de la Neuropsicología

Sin embargo, precisamente por ello el reto está en ser capaces de llegar a consensos y a acuerdos que en la medida de lo posible satisfagan a todas las partes. Actualmente está activado el procedimiento de acreditación del Consejo General de la Psicología en España mediante el cual los psicólogos podremos certificar nuestra formación y experiencia profesional como “Experto en Neuropsicología”. En el último momento parece que se ha modificado la etiqueta de “especialista” por la de “experto” debido a complicaciones con los compañeros psicólogos clínicos que tampoco termino de entender del todo, la verdad.

En cualquier caso, ya sea como experto o como especialista, y con todos los peros que las diferentes partes le puedan encontrar, creo que es un primer paso de grandísima importancia que nos coloca en el buen camino para conseguir el reconocimiento público a nivel ministerial (la acreditación del Consejo/Colegio de Psicología no deja de ser la de una organización profesional). Por tanto, este primer paso es ya una realidad. Cuánto nos va a llevar el siguiente paso, que regule la formación especializada en Neuropsicología vía PIR y por tanto la acreditación para el ejercicio profesional de la misma en el ámbito público, para mí todavía es una incógnita. Pero que no quepa duda de que seguiremos trabajando con toda nuestra energía para conseguir el reconocimiento que nuestra querida profesión se merece. Ilusión desde luego que no nos falta. 

Agradecimientos

Desde aquí me gustaría agradecer públicamente a Joaquín Ibáñez su entrega y disponibilidad con todo el equipo de Hablemos de Neurociencia, en especial, conmigo.

Gracias por su confianza, su tiempo y esfuerzo

Un comentario de “Joaquín Ibáñez: creo que es posible la especialización en Neuropsicología

  1. Pingback: CONGRESO INTERNACIONAL EN ACTUALIZACIÓN EN TRASTORNOS DEL NEURODESARROLLO

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *