Afasia: un recorrido histórico

Introducción

La afasia, entendida como una alteración del lenguaje debida a un daño cerebral adquirido, es algo de lo que el ser humano ha tenido conocimiento, aunque fuera muy precario, al menos desde los tiempos del antiguo Egipto. Esto se sabe desde que James Henry Breasted descifrara en 1920 unos papiros médicos egipcios que datan de los años 3000 a 2500 a. C. En ellos se describen los síntomas, el diagnóstico y el pronóstico de dos pacientes con roturas craneales que, entre otras cosas, perdieron el habla. Aunque posteriormente, en la Grecia y Roma antiguas, hay textos de médicos tan importantes como Hipócrates y Galeno que situaran en el cerebro humano todas las funciones psíquicas, lo cierto es que no se producen avances considerables en el estudio de la afasia hasta llegado el siglo XV. 

Del siglo XV al XVIII

Es a partir del Renacimiento y hasta el siglo XVIII, donde van apareciendo documentos médicos que hablan de casos concretos de pacientes que sufren de alguna alteración lingüística debida a un daño en el cerebro. En este grupo se pueden incluir desde la primera descripción de las parafasias (sustituciones erróneas de una palabra por otra) presentes en el discurso de dos pacientes atendidos por Johann Schimdt en 1673, a amplias monografías como la de Giovanni Batista Morgagni de 1762, que incluye numerosas descripciones de pacientes en las que se diferencia a los enfermos que ya no pueden hablar pero sí comprender el lenguaje. Aun habiéndose descrito por entonces casi todas las manifestaciones que pueden mostrar las afasias, seguía sin saberse si estas eran debidas a un daño en una región concreta del cerebro o si por el contrario, podían aparecer a consecuencia de un daño en cualquier parte del encéfalo, y tampoco se disponía de ningún modelo teórico que explicara la toda la sintomatología observada.

Siglo XIX

Para el primer intento de localizar el lenguaje en un área cerebral tenemos que remitir a la figura de Joseph Gall, médico y neuroanatomista austriaco que desarrollo las ideas principales de la frenología, teoría según la cual todas las facultades psíquicas humanas como la memoria visual, la generosidad o el amor por los animales tenían una localización concreta y separada del resto en la corteza cerebral. Además, los frenólogos creían que palpando el cráneo de una persona se podía saber cómo era su personalidad y cuáles eran sus facultades mentales más desarrolladas según el tamaño de sus protuberancias. 

Frenología

Aunque la frenología fue posteriormente desacreditada por todas las comunidades científicas, es destacable que Gall fue el primero en defender la interesante, y no tan descabellada tesis, de que dentro de la corteza cerebral existían dos órganos del lenguaje, uno para la articulación y otro para la memoria de las palabras, y que ambos estaban situados en el lóbulo frontal. De hecho, uno de sus más célebres seguidores, Jean Baptiste Bouillaud, puede y debe ser considerado como el primer científico que demostró, usado una metodología más fiable ue la de su maestro, que la perdida de la producción del habla era producida por una lesión en el lóbulo anterior del cerebro. Sin embargo, siguiendo la tesis de la simetría cerebral de la época, consideraba que ambos hemisferios cerebrales tenían un área dedicada a la producción de la palabra y que por tanto, una lesión en cualquier lado del lóbulo frontal podía producir este tipo de afasia.

Paul Broca

Esta misma opinión sobre la simetría cerebral era la que tenía Paul Broca cuando hizo la autopsia de su famoso paciente el Monsieur Tan, un sujeto que sufría de una afasia motora grave y por lo tanto solo era capaz de decir las sílabas “tan-tan” y gritar, cuando se enfadaba , la frase “sacre nom de Dieu! ( ¡Maldita sea!). Al ver el cerebro directamente, Broca halló un daño en la tercera circunvolución frontal del hemisferio izquierdo del sujeto que parecía ser el motivo de la aparición de la afasia. Sin embargo, al hallar ocho casos parecidos a éste, se dio cuenta de que todos ocurrían en daños de esta región en el hemisferio izquierdo, lo que, unido a la aparición de casos donde el daño en la misma región del lado derecho de cerebro no producía trastornos del habla, fue lo que le hizo cambiar de opinión y afirmar que la producción del lenguaje estaba localizada en el hemisferio izquierdo. Este descubrimiento le convirtió en el primer científico que localizó, al menos de manera oficial, una función mental superior en un lado y región concretos del cerebro. Fue un descubrimiento tan relevante que la tercera circunvolución frontal se denomina desde entonces como área de Broca.

Wernicke

Unos años después, en 1876, Carl Wernicke publicó un trabajo que demostraba que había otro tipo de afasia en la que el lenguaje no se comprendía pero sí se podía hablar fluidamente, sin embargo, lo que decían estos pacientes carecía de sentido. Al igual que Broca, localizó la región encargada de la comprensión del lenguaje cuyo daño producía ese tipo de afasia, esta se hallaba en el tercio medio de la circunvolución temporal izquierda, al lado de la corteza auditiva primaria. Por otro lado, hay que reconocer que Wernicke también fue el creador del primer modelo teórico capaz de explicar los distintos tipos de afasia, incluyendo la afasia de conducción, la cual se produciría tras la lesión del haz que conectaba el área de comprensión con la de producción del habla. Este tercer tipo de afasia mostraría alteraciones similares a la afasia sensorial pero sin trastornos de comprensión.

Ludwig Lichteim

En el año, 1885, Ludwig Lichteim, creó un modelo conexionista de la afasia que refinaba más el modelo de Wernicke. En él relacionaba más áreas cerebrales con los trastornos del lenguaje e incluía otros cuatro tipos diferentes de afasia, (la afasia motora transcortical, la afasia motora subcortical, la afasia sensorial transcortical y la afasia sensorial subcortical). Dicho modelo tuvo tanto éxito que con algunas variaciones, es el que se sigue utilizando en la actualidad.

John Hughlings Jackson

En la misma época, sin embargo, hubo neurólogos que se posicionaron en contra de estos modelos conexionistas que asignaban a cada centro una función concreta del lenguaje. Uno de los más destacados fue el médico inglés John Hughlings Jackson, que proponía un modelo jerárquico de tres niveles en el cerebro en el que el lenguaje se hallaba localizado en cada uno de ellos , siendo el lenguaje proposicional el que estuviera relacionado con el nivel superior y las afasias, mientras que el nivel inferior seguía preservado y por eso los pacientes podían producir palabras aisladas y frases estereotipadas , además de conservar lo que llamó el lenguaje emocional, pues en estados de enfado o alegría podían expresar cosas que de manera voluntaria no eran capaces.

Jackson son Bastian y Sigmund Freud

Otros médicos con tesis parecidas a las de Jackson son Bastian y Sigmund Freud, donde más que defender las afasias puras de los modelos clásicos, entendían que el lenguaje era un aparato complejo interrelacionado en todas sus partes y que las afasias se producían por distintos niveles de activación alterados tras un daño cerebral donde los síntomas podían variar mucho más de lo que proponen los modelos imperantes. 

Siglo XX

Es a partir de mitades del siglo pasado donde se crean los dos modelos teóricos y clínicos de las afasias que son los utilizados hoy en día. Uno de ellos fue diseñado por el neuropsicólogo soviético Alexander Luria, el cual, tras años en contacto con cientos de personas con daño cerebral, la mayoría exsoldados de la II Guerra Mundial, propuso en 1958 una clasificación de las afasias centrada más en los procesos que habían sido dañados y las separó en afasias sintagmáticas (daño en la combinación entre las palabras a nivel sintáctico) y en afasias paradigmáticas ( daño en la capacidad para seleccionar las palabras a nivel léxico). Por último, ya en la década de los 60, Noran Geschwind propuso un modelo neoconexionista que reformó el modelo de Wenicke y Lichteim añadiéndoles tres tipos de afasia: la global, la mixta transcortical y la anómica; y excluyendo la sordera verbal y la anártria por no considerarlas como trastornos lingüísticos. Este nuevo modelo es el que más se utiliza a día de hoy en el mundo occidental aunque ya muchos investigadores han realizado estudios con grandes muestras y afirman que, aunque este modelo es útil en la práctica clínica, la realidad es que una gran cantidad de pacientes no encajan en ninguna de las categoría y apuestan por una clasificación más individualizada para cada sujeto donde se examinen todos los componentes del lenguaje que tienen afectados de manera precisa. 

Referencias bibliográficas

  1. Benton, A. L. y Joint R.J. (1973). Primeras descripciones de la afasia. Separata del Acta Audiológica y Foniátrica Hispanoamericana. Vol. X: 1-32.
  2. Bouillaud, J.B. (1825). Traité clinique et physiologique de léncéphalite, ou inflammation du cerveau. París, J.B. Baillière.
  3. Broca, P.P (1861). Remarques sur le siège de la faculté du langage articulé suivies d’une observation d’aphemie (perte de la parole). Bull. Soc. Anat. Paris, 6, 330-357.
  4. Cuetos, F. (2011). Neurociencia del Lenguaje. Editorial Panamericana.
  5. Finger, S. (1994). Origins of Neuroscience.A History of Explorations into Brain Function. USA: Oxford University Press.
  6. Freud, S. (1891). La Afasia. Nueva Visión.
  7. Geschwind, N. (1970). The organization of Language and the Brain. Science.Vol.170: 940-944.
  8. Luria, A. (1980). Fundamentos de neuroingüística. Barcelona, Toray-Masson.
  9. Wernicke. C. (1874). Der aphasische Symptomencomplex: Eine psychologische Studie auf anatomischer Basis. Publisher Cohn.

4 comentarios de “Afasia: un recorrido histórico

  1. Jaime Paniagua dice:

    Muy bueno el recorrido historico de la Afasia.
    Enormemente acertada la frase “a realidad es que una gran cantidad de pacientes no encajan en ninguna de las categoría y apuestan por una clasificación más individualizada para cada sujeto donde se examinen todos los componentes del lenguaje que tienen afectados de manera precisa”. Creo que remarca el momento actual en el que nos encontramos a la hora de enfrentarnos a una entidad mas compleja que exige amplitud de miras.
    Enhorabuena

  2. Pingback: EVALUACIÓN NEUROPSICOLÓGICA DEL LENGUAJE: UN MODELO PARA VALORARLO

  3. Pingback: II TALLER PRÁCTICO ARPA AFASIA

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *