Las Funciones Cognitivas en los Maltratadores

Las Funciones Cognitivas en los Maltratadores

Introducción

Las agresiones contra la pareja sentimental tienen un origen multicausal que intenta ser explicado desde las diferentes perspectivas social, psicológica, biológica y ambiental. Así, el acto violento resulta de un marco sociocultural y una experiencia individual proporcionada por el ambiente que configuran a una persona cerebral y psicológicamente [2,4]. La neuropsicología de las personas violentas es un campo de estudio constante, que va arrojando resultados con el fin de configurar las bases que puedan definir y sistematizar qué alteraciones podemos encontrar en personas que llevan a cabo actos violentos [3]. Actualmente el problema del maltrato que se ejerce hacia la pareja está siendo estudiado en relación a déficits cognitivos mediante test neuropsicológicos, a alteraciones estructurales y funcionales a través de neuroimagen. Y comparando las muestras en función de distintas variables como el abuso de sustancias o el daño cerebral previo, gravedad de las agresiones, etc. [1]. Además de para prevenir la violencia de género, el interés por este campo de estudio busca el objetivo de aportar datos sólidos que sirvan de orientación tanto en la explicación e intervención individualizada, como a nivel forense para el sistema judicial y su posible reincidencia [2,4]. 

Funciones cognitivas

Han sido muchas las investigaciones publicadas que, tras evaluar muestras de maltratadores, han expuesto déficits en distintos componentes cognitivos. A continuación se recogen los datos más relevantes de varias revisiones sobre el tema [1,3].

Inteligencia general

El nivel intelectual ha sido medido a través de escalas de vocabulario en varios estudios, donde se muestra deterioro en la comprensión, así como, puntuaciones menores para los índices de inteligencia verbal, las cuales eran menores en los hombres más violentos. Este mayor grado de violencia también correlacionaba con menores puntuaciones en tareas que implicaban la capacidad de abstracción [1,3].

Memoria

En algunos de los procesos mnésicos evaluados, también se observaron diferencias. Así, las muestras de hombres que habían maltratado a sus parejas presentaron un rendimiento bajo en memoria de trabajo, evaluada mediante subtest de Escalas Wechsler de inteligencia. Por otro lado, en tareas que medían la ejecución de memoria a largo plazo, mostraron más dificultades para el almacenamiento y la recuperación de información no verbal y, también, para reconocer caras y palabras. Otro estudio encontró que aquellos que recordaban peor con qué frecuencia se daban las agresiones, tenían un peor desempeño recordando palabras [1,3].

Ejecutivas y atencionales

Las funciones ejecutivas se relacionan con la planificación, ejecución y regulación de la conducta, por lo tanto, un detrimento de éstas puede dar lugar a conductas impulsivas, no planificadas e irreflexivas, sin atender a las posibles consecuencias [3,4]. Los distintos estudios realizados han hallado puntuaciones significativamente inferiores en flexibilidad cognitiva, inhibición de respuesta o control de la interferencia, principalmente, y también en velocidad de procesamiento y problemas en planificación, toma de decisiones y resolución de conflictos [1,3,4]. En cuanto a la atención, varios autores han referido alteraciones a diferentes niveles atencionales, pero los resultados son dispares y no se puede concluir que existan déficits [1,3].

Procesamiento emocional

Se ha observado menor habilidad para decodificar y reconocer las expresiones faciales, sobre todo en aquellos maltratadores más violentos con más rasgos antisociales, así como en la discriminación de emociones positivas o de miedo. Estos hallazgos llevan a pensar que la falta de discriminación emocional produciría una malinterpretación de las emociones del otro seguida de reacciones inadecuadas [3]. 

Tipos de maltratadores

También existen estudios que, basándose en los conocimientos de la psicología clínica y social, han intentado relacionar los déficits cognitivos escogiendo las muestras en función de los tipos de maltratadores y sus características. La más referida es la creada por Holtzworth-Munroe de la que derivaban algunos de los datos antes referidos sobre funciones ejecutivas e inteligencia verbal [1,3]. No obstante una de las más interesantes, de recomendable lectura, es la que compilan Rodríguez Biezma y Fernández Guinea, (2006) donde hacen una aproximación aunando las características del maltratador y su psicopatología, con los déficits neuropsicológicos y sus posibles substratos neuroanatómicos.

Variabilidad de los resultados

A pesar de lo expuesto anteriormente no existe un perfil neuropsicológico para los hombres que maltratan a sus parejas, sólo se han descrito distintos resultados que en ocasiones se respaldan y en otras se contradicen. Para poder hacernos una idea es muy útil la clasificación de las investigaciones que publicó Bueso-Izquierdo (2017) donde acentúa la necesidad de saber qué muestras se están comparando y qué variables se equiparan y controlan [1]. Se han tenido en cuenta variables como el abuso de drogas y el daño cerebral traumático previo, ya que ambas se consideran facilitadoras del maltrato e incrementan la gravedad de los actos violentos. Por otro lado, dichas variables por sí solas pueden causar déficits cognitivos pero no explican completamente los déficits en maltratadores, sobre todo si atendemos a los estudios donde éstas eran motivo de exclusión y también se hallaron déficits [1,3]. Otro aspecto importante a resaltar es que a pesar de que también se han arrojado los primeros datos acerca de la funcionalidad y tamaño de los sustratos cerebrales que podrían estar implicados en el maltrato hacia la pareja (lóbulo frontal, corteza prefrontal, orbitofrontal y occipital, amígdala, tálamo, cíngulo, etc.) también han de ser tomados con cautela a la espera de estudios más concluyentes [1,2,3,4] 

Conclusiones

Actualmente desde la neuropsicología se sigue intentando dar respuesta a las posibles alteraciones cognitivas de los maltratadores. No existe un perfil neuropsicológico determinado sino, posibles componentes deteriorados. Por ello, es necesario ahondar más en las características de la población diana de cara a la prevención, aspectos legales e intervención.

Referencias bibliográficas

  1. Bueso-Izquierdo, N. (2017). The mind of the male batterer: A neuroscience perspective. Aggression and Violent Behavior, 25: 243 –251
  2. Rodríguez Biezma, MJ y Fernández Guinea, S. (2006). Disfunción neuropsicológica en maltratadores. Psicopatología Clínica, Legal y Forense, Vol. 6: 83-101
  3. Romero-Martínez A, Moya-Albiol L. (2013). Neuropsicología del maltratador: el rol de los traumatismos craneoencefálicos y el abuso o dependencia del alcohol. Rev Neurol; 57: 515-22.
  4. Salas Picón, W. y Cáceres D, I. (2017). Funciones ejecutivas en la violencia de pareja: una perspectiva Neurocriminológica. Rev Encuentros, Univ Autónoma Caribe, vol. 15(1): 47- 60.

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