¿Qué son las confabulaciones?

Introducción

Aunque tradicionalmente se ha utilizado la palabra “confabulación” para referirse a falsos productos de la memoria (confabulaciones mnésicas). En la actualidad, se utiliza también para referirse a falsas percepciones sobre el mundo exterior o sobre estados corporales (confabulaciones no-mnésicas) [1].

Hirstein enumera siete criterios para definir el término confabulación: 1) ¿Intenta el paciente engañar?, 2) ¿Tiene algún motivo que subyace a su conducta?, 3) ¿Está implicada una memoria defectuosa?, 4) ¿Debe surgir la confabulación de forma provocada o espontánea?, 5) ¿La confabulación llena un vacío cognitivo?, 6) ¿Las confabulaciones son necesariamente enunciados lingüísticos?, 7) ¿Cuál es la relación entre las confabulaciones y los delirios?

Además, el mismo autor nombra tres tipos de confabulación según sea el aspecto central: uno mnemónico o relacionado con la memoria, otro lingüístico (carácter de narrativa falsa) y otro epistemológico (el sujeto no cuestiona la afirmación sobre algún tema no necesariamente lingüístico) [2].  

¿Qué son las confabulaciones?

La definición de confabulaciones que proponen Gilboa y Moscovitch incorpora cuatro aspectos esenciales:

  1. Son falsos recuerdos en el contexto de la recuperación que, a menudo, contienen detalles falsos dentro de su propio contexto también; por tanto, algunas confabulaciones pueden ser recuerdos reales mal situados en el tiempo, mientras que otras parecen carecer de cualquier base real.
  2. El paciente no es consciente de que está confabulando, y a menudo, ni siquiera es consciente de la existencia de un déficit de memoria. Por tanto, las confabulaciones no se producen de manera intencional y, probablemente, no son el resultado de mecanismos compensatorios.
  3. Los pacientes pueden actuar de forma consecuente con sus confabulaciones, reflejando su creencia genuina en el falso recuerdo.
  4. Son más evidentes cuando se pide una recolección autobiográfica. Sin embargo, existe evidencia de casos de confabulaciones espontáneas que no estaban directamente relacionadas con la vida de los pacientes. Bajo determinadas condiciones de evaluación pueden aparecer también en tareas de memoria semántica [3].

Clasificación de Kopelman

Sin embargo, probablemente la clasificación más aceptada hoy en día es la de Kopelman, quien pone especial interés en el modo en que surgen, distinguiendo así las confabulaciones espontáneas de las provocadas. Las primeras son poco frecuentes y están relacionadas con un síndrome amnésico producido por una disfunción frontal, mientras que las segundas, son frecuentes en pacientes amnésicos cuando se les administra tests de memoria y se asemejan a los errores cometidos por los sujetos sanos en intervalos de retención prolongados [1].

En cuanto a las regiones cerebrales implicadas en las confabulaciones, se sabe que son necesarias las lesiones en el córtex prefrontal, específicamente en áreas ventromediales y orbitofrontales. En la mayor parte de los estudios, se observa relación también con cierto grado de disfunción de memoria, así como de disfunción ejecutiva [1].

Se han desarrollado diversos modelos explicativos de los mecanismos responsables de la confabulación. Desde el punto de vista neuropsicológico, encontramos tres principales enfoques:

Déficit en la temporalidad

Las confabulaciones surgen por una confusión del orden temporal de la información recuperada de la memoria. Reflejan una conciencia patológica de la temporalidad personal, “consciencia temporal”; los pacientes confabuladores son conscientes de un pasado, presente y futuro, pero al hacer juicios temporales, sólo pueden usar los elementos más estables de sus recuerdos autobiográficos. Por otra parte, el grupo de Schnider afirma que las confabulaciones son el resultado de una confusión de la realidad actual con acontecimientos pasados, es decir, una “confusión temporal-contextual”, en la que hay una tendencia a utilizar la información que pudo haber sido relevante en un contexto anterior insertándola en el contexto actual, cuando ésta ya no es relevante o apropiada; por tanto, las confabulaciones provienen de la incapacidad para suprimir huellas de la memoria previamente activadas [4].

Deficientes procesos de recuperación estratégicas

Las confabulaciones son el resultado del déficit en los procesos de recuperación de información de la memoria, estando la codificación, la consolidación y el almacenamiento dentro de la norma. Este déficit provoca una búsqueda defectuosa y una ordenación y colocación inexacta de los recuerdos [4].

Esta teoría sugiere la participación de los lóbulos frontales en la confabulación mediante la contribución de éstos en las funciones de codificación y recuperación estratégica, así como en la organización temporal de la memoria, la cual puede ser particularmente sensible a alteraciones durante el proceso de recuperación estratégica [4].  

Déficit en el monitoreo del origen (o realidad)

Las confabulaciones se producen debido a un déficit en el control de la realidad, el cual propicia que las personas sean incapaces de distinguir entre recuerdos de su pasado y acontecimientos irreales, como fantasías, sueños y en algunas ocasiones pensamientos. La alteración podría encontrarse a nivel del proceso de codificación, produciendo recuerdos carentes de claves que ayudaran a determinar la fuente. Se habla también una alteración en el proceso de reactivación, consolidación y acceso a la información almacenada, además de un déficit en la motivación y dificultad para realizar juicios, tendiendo a usar criterios erróneos [4].

Según esta teoría las confabulaciones ocurren motivadas por la intención del paciente de evitar el desconcierto al ser incapaz de recordar eventos de su vida, la tendencia a llenar las lagunas de conocimiento se da como un intento de corregir o apoyar confabulaciones previas, de ahí que consideran a las confabulaciones como mecanismos compensatorios. Sin embargo, esta hipótesis cuenta con poca evidencia clínica [4].

Modelos clínico más estudiado

Uno de los modelos clínicos más estudiados es el síndrome de Korsakoff. En estos pacientes se han observado severas dificultades en la codificación de información episódica, especialmente en la adquisición temporal de la información, ocasionando una amnesia parcial de la fuente que origina la ocurrencia de confabulaciones como un mecanismo de sustitución de las lagunas de memoria con información parcialmente verosímil [4].

Con el fin de lograr un diagnóstico diferencial con los trastornos psiquiátricos, es importante resaltar que en el discurso confabulatorio de pacientes con daño neurológico, es el contenido lo que resulta extraño, siendo difícil de seguir aun cuando los temas sean muy sencillos. Las alteraciones a nivel lingüístico no son propias de las confabulaciones. Además, se ha observado que los pacientes con daño neurológico tienden a presentar mayores fallos en la memoria episódica, mientras que en la esquizofrenia se postula que la confabulación podría ser debida a una dificultad en la memoria semántica [4].  

El papel de las emociones en el contenido de la confabulación

La memoria emocional se considera el resultado de la adquisición, almacenamiento y evocación de una determinada experiencia de contenido emocional y las características y valoración emocional (negativo o positiva) que se realicen de cada experiencia intervienen en su recuerdo u olvido [4].

Damasio propuso dos tipos de emociones: las emociones primarias (innatas) y las emociones secundarias, las consideradas conscientes que se presentan en forma de imágenes mentales organizadas en un proceso de pensamiento [4].

Asimismo, se ha sugerido que la emoción afecta de manera diferencial la esencia y los detalles de los recuerdos, por lo que se ha sugerido que los deseos personales y las emociones pueden llegar a tener un papel fundamental en la formación de las confabulaciones [4].

Referencias bibliográficas

  1. Lorente Rovira, E., Berrios, G., et al. (2011). Confabulaciones (I): Concepto, clasificación y neuropatología. En Actas EspPsiquiatr; 39(4): 251-9
  2. Hirstein, W., Brain Fiction. (2005). Self-Deception and the Riddle of Confabulation. Cambridge MA: The MIT Press.
  3. Gilboa A, Moscovitch M. (2002). The cognitive neuroscience of confabulation: a review and model. En. Baddeley AD, Kopelman MD, Wilson BA, eds, Handbook of Memory Disorders, 2nd Edition. Chichester: John Wiley & Sons Ltd: 315-42.
  4. Pérez, F., Orozco, G., Galicia, M., et al. (2012). Las confabulaciones: más allá de un déficit mnésico. En Rev. Chil Neuropsicol; 7 (3): 134-140

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