Cómo se aborda la dislexia desde la Logopedia: una mirada profesional

Cómo se aborda la dislexia desde la Logopedia: una mirada profesional

Introducción

“Mi hijo no escribe todas las letras en las palabras, escribe algunas al revés. Cuando lee cambia unas sílabas por otras y noto que lee muy despacio”. En la mayoría de los casos los padres acuden a profesionales con este tipo de afirmaciones, pero también son los propios niños los que comentan al profesional frases como “me cuesta mucho leer y no entiendo lo que leo. No quiero ir al colegio. El profesor me dice que me tengo que esforzar más pero yo lo hago lo mejor que puedo”.

El primer paso es plantearnos si realmente estamos ante un caso de dislexia. Para ello, debemos conocer en profundidad el término dislexia y todo lo que conlleva consigo a nivel personal, familiar, educativo, etc., realizando siempre un estudio pormenorizado y posteriormente tomando todas las medidas oportunas en los diferentes ámbitos en el momento adecuado. Este proceso evitaría encontrarnos casos en los que el niño lleva años machacado en el colegio por su mala lectura.

Un diagnostico de dislexia es una etiqueta para toda la vida, por tanto no se debe realizar hasta que el niño este inmerso en la fase de aprendizaje de la lectura y escritura. No tener un diagnostico hasta 2º de primaria no implica que el niño no haya tenido un seguimiento previo (detección precoz) para estimular, acompañar, comprender y ayudar al hijo, alumno y paciente desde que se manifiestan las primeras dificultades y así evitar condicionarlo al fracaso. 

¿Qué es la dislexia?

Existen múltiples definiciones, la más generalizada hace referencia a un trastorno que se manifiesta en la dificultad para el aprendizaje de la lectura, afectando de manera persistente a la discriminación, decodificación y secuenciación fonológica en la población con inteligencia, motivación e instrucción consideradas normales. El rendimiento académico y la destreza para llevar a cabo las actividades cotidianas se encuentran por debajo de lo esperado para su edad [6]. En el DSM – V el término dislexia no queda reflejado como tal, sino que pasa a codificarse como un trastorno del aprendizaje en el que hay que especificar que cursa con dificultades en la lectura [1].

¿Qué causa la dislexia?

La dislexia es un trastorno neuropsicológico con fuerte carga hereditaria. No es así de extrañar que un niño con dislexia tenga padres disléxicos. Según estudios recientes, cuando un niño tiene un padre o madre con dislexia, su probabilidad de presentarla es del 25 al 50% [5]. En ocasiones, nos encontramos con familias en las que no hay ningún familiar diagnosticado, su testimonios es “que yo recuerde no hay nadie con dislexia en mi familia”. En principio parece un caso espontáneo pero analizándolo más afondo descubrimos algún otro familiar con dificultades en la lectura y en la expresión escrita. La dislexia es crónica y las huellas neurobiológicas persisten a lo largo de toda la vida. Su expresión varía, pudiendo no manifestarse totalmente hasta que las demandas de las aptitudes académicas afectadas superen las capacidades del niño, pero puede llegar a mostrarse prácticamente asintomático si se plantea una buena intervención. 

¿Es frecuente la dislexia?

La dislexia es el trastorno de aprendizaje más estudiado hasta el momento y el de mayor prevalencia en la población. Los estudios indican que en un aula de 25 alumnos nos encontraremos al menos un niño con dislexia [3]. Este trastorno debe ser atendido, no sólo porque la lectoescritura es una competencia básica para los estudios y un canal privilegiado para el acceso al conocimiento, sino porque tener dislexia, se puede traducir en una serie de complicaciones en la vida diaria como ansiedad, baja autoestima, etc.

¿Cuáles son los síntomas?

Los principales síntomas para poder diagnosticar un trastorno específico del aprendizaje con dificultades en lectura, es decir, lo que comúnmente conocemos como dislexia son [7]:

  • Falta de exactitud lectora. Existe dificultad al decodificar la correspondencia entre grafía y fonema, aparecen omisiones, inversiones, sustituciones, etc.
  • La velocidad lectora. Es inferior a la esperada para su edad cronológica; son niños que leen muy lento, con esfuerzo y/o vacilaciones.
  • Dificultad en comprensión lectora. Activar los conocimientos precisos, generar inferencias, advertir la estructura y organización del texto.

Otros síntomas

Además es habitual encontrarnos otros síntomas acompañando a los principales. Algunos de los más frecuentes son:

  • Dificultades en la escritura. La grafía puede llegar a ser ilegible, en espejo, mezclando mayúsculas y minúsculas. Errores en ortografía, segmentación y organización del texto.
  • Dificultades en las matemáticas. Dominio del sentido numérico, el cálculo (por ejemplo; comprender mal los números y sus relaciones, perderse en el cálculo e intercambiar procedimientos).
  • Dificultades en la orientación espacial. Alteración en la integración izquierda- derecha, pérdida de objetos, etc.
  • Dificultades con la orientación temporal. Complicaciones en el aprendizaje de series como los días de la semana, meses, etc.
  • Dificultades en la motricidad fina y gruesa. Ponerse la ropa, abrochar botones, cortar con tijeras, etc.
  • Dificultades para el razonamiento y la automatización. Aplicar conceptos, aprender las tablas de multiplicar, fórmulas, etc.
  • Dificultades para mantener la atención. Baja resistencia a la fatiga en tareas de lectura que implican esfuerzo mental sostenido.
  • Rechazo a la escuela, inseguridades y baja autoestima.

Los síntomas de la dislexia varían de una persona a otra y existen tantos perfiles como personas con dislexia.

¿Cómo diagnosticar?

Muchas veces realizar el diagnostico no es sencillo, ya sea por el momento en que se quiera hacer (tal vez demasiado pronto, en educación infantil) o por los instrumentos que se utilizan (únicamente pruebas psicométricas). Se dan casos de niños que acuden a consulta con cinco años porque parece que les cuesta distinguir las primeras letras, pero debemos ser prudentes con no etiquetar antes de determinada edad. Eso no quiere decir que no debamos vigilar como adquiere el aprendizaje del código fonológico y comprobar su evolución para intervenir a tiempo y evitar que las manifestaciones se agraven. El diagnóstico no es seguro hasta alcanzar al menos los siete años, edad en la que se supone que se han adquirido las habilidades del lenguaje escrito.

Exploración exhaustiva

Para diagnosticar la dislexia, tenemos que llevar a cabo una exploración exhaustiva del niño y de su entorno más próximo (colegio y familia). En primer lugar, debemos recopilar la historia evolutiva, médica, familiar y educativa del niño a través de cuestionarios y una entrevista inicial. El siguiente paso es realizar la exploración al niño mediante pruebas y escalas para valorar las capacidades intelectuales verbales y no verbales, y los procesos directamente relacionados con la lectoescritura. Finalmente, con todos estos datos obtenemos los puntos fuertes y débiles del funcionamiento del niño [2]. Debemos tener en cuenta que estos niños se cansan con facilidad, y que por ello puede resultar conveniente repartir la exploración en varias sesiones.

Elemento decisivos

Un elemento decisivo en el momento de hacer el diagnóstico es el nivel intelectual. Una persona con dislexia es inteligente. No necesariamente con un cociente intelectual (CI) muy alto, pero sí inteligente. Un niño con un CI de 100 puede presentar dificultades en la lectura, y por tanto se deberían analizar cada una de las habilidades de forma independiente y detallada. La puntuación global puede enmascarar un buen rendimiento en unas áreas y una disfunción en otras áreas que impiden que las capacidades se desarrollen.

También podemos estar en el caso de un CI muy alto que enmascara la dislexia, impidiendo que el niño alcance su pleno desarrollo. Realizar un buen diagnóstico siempre cobra sentido por distintas razones: permite al niño descubrir que se le entiende y que se está dispuesto a ayudarle, la familia comenzará a tranquilizarse al comprender el motivo de las dificultades del niño, se facilitará que el colegio ponga los medios necesarios para una educación adecuada a sus características y permite al profesional conocer el perfil completo del niño con el fin de proceder a diseñar un programa de intervención [4]. 

¿Cómo se inicia la intervención?

Una vez confirmado el diagnóstico de dislexia, se realiza una entrevista para informar y explicar al niño y a su familia que sí existe dislexia, en qué consiste, qué tipo de intervención se propone, y por qué. Nuestra experiencia nos dice que en la mayoría de los casos el niño que acude a consulta, se siente incomprendido e inseguro; necesita desde la primera sesión que creamos en él, que lo motivemos y le expliquemos qué es lo que le sucede. La familia desea saber qué puede hacer y no sabe cómo tiene que hacerlo.

Es el logopeda uno de los profesionales encargados de resolver sus dudas, facilitar explicaciones a sus inquietudes, ofrecer diálogo y crear un clima de cooperación en el que todo el entorno puede y debe participar (familia, profesionales y colegio). La intervención logopédica será siempre individualizada y centrada en el desarrollo de las habilidades y procesos implicados en la lectura y escritura, los componentes del desarrollo cognitivo, las funciones perceptivas, motoras y ejecutivas; todo ello apoyándose en los puntos fuertes, para desarrollar los débiles.

Los contenidos con los que se debe trabajar son estudiados cuidadosamente y se van adaptando a las necesidades según la evolución. Las herramientas deben ser atractivas, variadas e imaginativas para hacer de cada sesión un momento útil y divertido, en la que se mantiene su interés. El proceso de intervención es largo, pero si se interviene debidamente, el pronóstico es alentador, los niños consiguen paliar sus dificultades y mejorar su rendimiento. El éxito de la intervención es mayor cuanto antes se intervenga.

Referencias bibliográficas

  1. American Psychiatric Association. (2014). Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-5), 5º Ed.Madrid. Panamericana.
  2. Fernández, F., Llopis, A. M. & Pablo, C. (1998). La dislexia: origen, diagnóstico y recuperación. Madrid: CEPE.
  3. Jiménez, J. E. (2012). Diselexia en español: prevalencia e indicadores cognitivos, culturales, familiares y biológicos. Madrid: Pirámide.
  4. Outón, P. (2004). Programas de intervención con disléxicos. Diseño, implementación y evaluaciónMadrid: CEPE.
  5. Román Lapuente, F. & cols. (2008). Actualización en dislexia del desarrollo: Guía para orientadores y profesores de Primaria. Consejería de Educación, Ciencia e Investigación. Región de Murcia.
  6. Shaywitz, S. & Shaywitz, B. (2003).Dyslexia: specific Reading disability. Pediatrics in review; 24:147- 153.
  7. Torras, E. (2011). Dislexia: una comprensión de los trastornos de aprendizaje. Barcelona: Octaedro.

2 comentarios de “Cómo se aborda la dislexia desde la Logopedia: una mirada profesional

  1. Fabiana dice:

    Gracias por este artículo. Yo soy una maestra intervencionista en lectura y escritura tempranas. Algunos de los niños que atiendo (en algunos casos por más de un año) como tú bien dices, pasan las pruebas de trastorno de aprendizaje y nunca son referidos al logopeda. Sin embargo, su dificultades para aprender a leer y escribir persisten. En inglés, los tratamientos de intervención temprana funcionan pero yo encuentro que los mismos traducidos al español no producen mejora alguna. Me gustaría recibir información sobre cursos sobre intervención en español en el area de lectura y escritura si es posible homologados.
    Muchas gracias.

  2. sara dice:

    Buenas tardes,
    A mi hija la han detectado dislexia en el colegio, a través de una serie de pruebas.
    Pero desconozco los pasos a seguir para el diagnóstico “oficial” por la Seguridad Social, y me gustaría saber los pasos a seguir.
    El pediatra nos derivó al logopeda, pero este trastorno no está cubierto. Como podemos obtener un diagnóstico?

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