Hipertensión y factores psicológicos: ¿más que una relación?

Introducción

Siguiendo el hilo del último artículo sobre trastornos psicofisiológicos hoy me gustaría hablaros de uno de ellos, la Hipertensión Arterial. Definimos la Hipertensión Arterial como el aumento crónico de la presión arterial, siendo ésta la fuerza que ejerce la sangre a su paso por los vasos sanguíneos. Normalmente, para su diagnostico se realiza a partir de tres medidas de la presión arterial, separadas por una semana entre sí, siempre en el mismo brazo y a la misma hora; para el diagnostico dicha medida será superior o igual a 140 mmHg para la presión sistólica o igual o superior a 90 mmHg para la presión diastólica [9].  Antes de meternos con los factores psicológicos me gustaría destacar las dos clasificaciones de Hipertensión Arterial [7]:

  • Por un lado nos encontramos con la Hipertensión Esencial, supone alrededor del 95% de los casos de Hipertensión y NO hay causa física reconocible, sino que es la unión de factores la que desarrolla su origen y/o mantenimiento; debido a que no presenta sintomatología especifica también recibe el nombre de ‘Enemigo Silencioso’. Se trata de la que trabajamos en la consulta psicológica.
  • En segundo lugar, la Hipertensión Secundaria en la que hay una causa orgánica, es decir, conocemos el por qué físico del problema.

Factores psicológicos implicados en el riesgo de padecer Hipertensión Arterial.

Una vez dado una pequeña y breve explicación sobre qué es Hipertensión Arterial, vayamos hacia lo que nos interesa desde el mundo de la Psicología. Los factores emocionales constituyen un grupo de riesgo “nuevo” que se une a los ya conocidos, como los hábitos de vida (Ej.: la falta de ejercicio físico, una alimentación poco saludable) o los inherentes (Ej.: la edad, el sexo, los antecedentes familiares). Esos aspectos, esos factores emocionales, los podemos modificar y corregir para reducir su impacto tanto en el inicio de la enfermedad como en su mantenimiento y desarrollo. Veamos cuáles son los más importantes:

El patrón de conducta Tipo A

Resulta anecdótico que los primeros en describir este patrón de personalidad fueran dos cardiólogos, Friedman y Rosenman (1982) [8], a partir de las observaciones conductuales realizadas en sus pacientes con problemas cardiacos. Son personas que suelen hablar en voz muy alta y de manera muy rápida, con un exceso de gesticulación, una muy alta implicación en el trabajo, queriéndolo tener todo a la mayor brevedad posible, además son altamente competitivos y tienen una orientación hacia el éxito y la ambición muy significativa, con una necesidad de control ambiental muy alta. Además, entre las emociones y actitudes que más suelen sentir encontramos la impaciencia, agresividad, ira y hostilidad. Según estudios desarrollados en las ultimas décadas serán precisamente la ira y la hostilidad los dos componentes más tóxicos de este patrón de conducta, siendo sus niveles más altos en pacientes coronarios [6- 1].

Ira y Hostilidad

Continuemos con los componentes tóxicos del patrón de conducta tipo A. La hostilidad genera comportamientos poco saludables y que afectan a la enfermedad coronaria, algunos ejemplos son que genera pérdida de apoyo social tan importante en este tipo de enfermedades (si te pasas todo el día cabreado y discutiendo con todo el mundo, ¿se queda alguien a tu lado), potencia la realización de conductas riesgo, retarda la solicitud de ayuda, baja la adherencia al tratamiento y genera situaciones de estrés.

Tristeza, depresión

Si bien no es tan significativa como otros de los factores de riesgo también es destacable su incidencia una vez desarrollada la enfermedad, siendo un factor de riesgo muy importante para que el paciente vuelva a presentar la enfermedad. Este sentimiento de tristeza irá de la mano de las situaciones que supongan para el paciente una pérdida de una meta o que predicen consecuencias negativas, como puede ser que te diagnostiquen un problema cardiaco.

Ansiedad

Con la ansiedad se da un efecto paradójico, los pacientes con mayores niveles de ansiedad tendrán una mayor adherencia al tratamiento simplemente por la preocupación implícita en cualquier problema de ansiedad; es decir, se tomaran mejor la medicación que pacientes sin ese nivel de ansiedad. Como pasaba con la tristeza, no tiene capacidad predictiva de ocurrencia en un primer episodio coronario, pero si tiene capacidad predictiva de otro evento tras haberse dado ese inicial, siendo factor importante en la reincidencia. 

Estrés

Cómo el paciente afronta las situaciones estresantes nos da muchas pistas sobre la relación con la enfermedad. Cuando se siente sobrepasado por ciertas situaciones, siente que no tiene las capacidades suficientes de afrontamiento una vez tras otra, es ahí cuando empiezan los problemas. El verte sin recursos para afrontar determinadas situaciones conlleva que la tensión suba y por consiguiente la presión arterial también.

Apoyo social

Como hemos hablado antes, el apoyo social se convierte en una pieza muy importante, y la perdida del mismo suele tener graves consecuencias en cualquier tipo de patología. Se trata de un factor de protección. En los pacientes coronarios nos interesa sobretodo su red funcional de apoyos, es decir aquellas personas con las que podamos contar de manera incondicional. No sirve de nada tener muchos números en nuestra agenda si no sabemos con los que podemos contar realmente.

Conclusiones

A modo de resumen y conclusión lo esencial para mantener a raya cualquier enfermedad cardiovascular será realizarse chequeos médicos periódicos, realizar ejercicio físico de manera regular, contar con una alimentación saludable, y a ser posible hiposódica, y cuidar mucho nuestras emociones –sobretodo la ocurrencia de emociones negativas– y nuestra red de apoyo funcional.

Referencias bibliográficas

  1. Brannon, L., y Feist, J. (2001). Identificación de los factores conductuales de las enfermedades coronarias. En L. Brannon y J. Feist (Eds.), Psicología de la Salud. Madrid: Paraninfo Abramson.
  2. Casado, M. I. (1994). Ansiedad, stress y trastornos psicofisiológicos. Tesis Doctoral. Universidad Complutense de Madrid.
  3. Casado, M.I., Miguel-Tobal, J.J. (1996). Programa de intervención cognitivo conductual en pacientes hipertensos. Mapfre Medicina, 7(3), 197-209.
  4. Fernández-Abascal, E., y Martín, M. D. (1994). El síndrome ahí y su relación con los trastornos cardiovasculares. Ansiedad y Estrés, 0, 25-36.
  5. Fernández-Abascal, E., y Martín, M. D. (1995). Estrés y prevención coronaria. Psicología y salud: Control del estrés y de los factores asociados. Madrid: Dykinson.
  6. Fernández-Abascal, E.G. y Martín, M.D. (1995) Evaluación de los trastornos cardiovasculares. En A. Roa (Ed.), Evaluación en Psicología Clínica y de la Salud. Madrid: CEPE.

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