La genialidad lingüística: cuando comenzamos a comunicarnos

Introducción

¿Existe comunicación en una mirada? ¿Una sonrisa es comunicación? ¿Cuándo y cómo empezamos a comunicarnos? Para responder a todas estas preguntas debemos saber primero qué es la comunicación. La comunicación implica transmitir información en un contexto determinado, entre individuos determinados y en unas circunstancias y en un momento concreto. Por tanto, sí podemos decir que nos comunicamos incluso antes de nuestro nacimiento y, a partir de este momento, vamos mejorando el medio que empleamos para transmitir la información. Podemos decir, que hay comunicación cuando la persona a la que nos dirigimos recibe y entiende el mensaje. Los medios que empleamos para comunicarnos son el lenguaje oral, el escrito y otros medios de comunicación alternativa y aumentativa. 

¿Cómo se desarrolla la comunicación?

Los seres humanos nos comunicamos por medio del lenguaje. Las lenguas son códigos; esto significa que tenemos que codificar y descodificar los mensajes. Entendemos como código un sistema convencional que establece emparejamientos constantes entre señales y mensajes [1]. Pero, ¿siempre necesitamos un código para que exista la comunicación? La respuesta es no. Si imaginamos que estamos en la calle y al otro lado de la acera, a cierta distancia, se encuentra tu madre y está agitando una bolsa, usted probablemente entenderá que lo que la otra persona trata de hacerle entender es, por ejemplo, es que se estaba olvidando la bolsa en casa, que ha encontrado la bolsa, que tiene que tirarla a la basura, etc. En este caso, ¿ha habido comunicación? Sí, aunque no se ha mediado con el uso de un código. Este ejemplo nos demuestra que si podemos comunicarnos eficazmente sin utilizar señales convencionales.

¿Cuándo hay comunicación?

Hay comunicación cuando transmitimos contenidos de forma intencionada. Podemos obtener información de muchas fuentes, por medio de la observación y de la deducción, pero sólo hablamos de comunicación cuando la información se ofrece de manera voluntaria, puesto que una información que no se trasmite intencionalmente no es una información comunicada1. Vamos a considerar la siguiente situación. Una vecina nos pide que le cuidemos a su hijo y al poco de hacernos responsable de su cuidado comienza a llorar desconsoladamente, podemos entender que tiene hambre porque se acerca la hora de la comida y observamos que al darle la comida para de llorar. Usted no conocía al hijo de su vecina, y no tenía ninguna información previa dado por su vecina, por lo tanto es usted quien infiere información a partir de ciertos indicios. En cambio en esta otra situación, su vecina nos comunica que le cuidemos a su hijo y nos da una bolsa con su comida, especificando que a antes de la hora de comer suele llorar, seguro que vamos a entender esta situación. 

¿En qué momento nos volvemos culturalmente-dependientes?

El desarrollo del lenguaje se inicia tres meses antes del momento del nacimiento, en un desarrollo normotípico. En ese momento,el sistema auditivo bebé-feto ya es funcional [2]. Los recién nacidos tienen la capacidad de discriminar entre prácticamente todos los posibles sonidos que existen en el habla humana, sin importar el país en el que estemos ni el idioma que estemos usando. Podemos discriminar los sonidos de nuestro propio idioma pero no los de idiomas extranjeros. Esta capacidad, según explica Patricia Kuhl, retrocede gradualmente en el transcurso del primer año de vida, esto es debido a una especialización progresiva de los sonidos que conformarán los fonemas del lenguaje propios de la comunidad [3]. Cuándo preguntamos a los padres cuándo comenzó a comunicarse su hijo la respuesta más frecuente es en relación a sus primeras palabras, es decir, a partir del primer año de vida. Pero, ¿es que antes no se comunicaba? Tal y como argumenta Steven Pinker en uno de sus libros más populares, “La tabla rasa” (2002) el cerebro de un recién nacido no es una hoja en blanco que será escrita por la cultura y la experiencia, sino que viene programado con muchos aspectos de nuestro carácter y personalidad, incluido el talento. Es decir, la naturaleza humana está determinada por la selección natural[4]. Esto hace replantearnos la manera de interactuar con los bebés puesto que podemos comunicarnos incluso antes del momento de su nacimiento; con una sonrisa, con el llanto, con la mirada. No tenemos que esperar a que ellos puedan comunicarse verbalmente para poder comunicarnos con ellos. La comunicación no es sólo algo verbal, implica intención comunicativa. 

Conclusiones

Sabemos que el lenguaje es una habilidad única para los seres humanos, es un instinto que nos permite crear vínculos y nos proporciona una identidad. Por ello, recordemos que la estimulación junto con la intervención temprana, permiten modular la actividad en los procesos neuroplásticos posibilitando la recuperación. Es fundamental, contar con la figura del logopeda para estimular la comunicación y las etapas del desarrollo del lenguaje.

Referencias bibliográficas

  1. Revista:Boletín de Lingüística. (2006). La comunicación. Gallucci MJ: 135 -139.
  2. Revista Sindrome de Down. (2009). Atención Temprana: comunicación y desarrollo del lenguaje. Rondal JA., Lang SC:Vol 21.
  3. American Association for the Advancemente of Science. (1992). Linguistic Experience Alters Phonetic Perception in Infants by 6 Months of Age. Kuhl P: 255.pp606-60.
  4. American Psychiatric Association. (2013). Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders (5 ed.). Washingrton DC: American Psychiatric Association.
  5. Revista de Neurología. (2004). Plasticidad neuronal funcional. Hernández S. Mulas F. Mattos L: Vol 38 (Supl 1): S58-S68.
  6. Revista de Neurología. (2002). Centros de desarrollo infantil y atención temprana.Bugié C.S139-43.

Un comentario de “La genialidad lingüística: cuando comenzamos a comunicarnos

  1. Cecilia dice:

    Me encanta como está explicado este artículo me ha solucionado un montón de dudas sobre este tema, y explica la importancia de la etapa infantil para el desarrollo del lenguaje.

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