¿Existe alguna relación entre la memoria y el envejecimiento?

¿Memoria y envejecimiento?

¿Cómo aprende el cerebro?

El aprendizaje se produce en todas las edades y nunca es demasiado tarde para aprender. El cerebro goza de una plasticidad ininterrumpida, es decir de una capacidad para adaptarse a circunstancias cambiantes y adquirir información nueva, hasta la vejez, cuando dicha capacidad disminuye. Existen muchas investigaciones que ponen de manifiesto la flexibilidad del cerebro adulto. Por plasticidad cerebral entendemos la capacidad del sistema nervioso para adaptarse continuamente a circunstancias cambiantes. Esto sucede en todos los cerebros siempre que aprendemos algo: un idioma nuevo, una destreza nueva, un recorrido nuevo para ir a casa, incluso cuando vemos un rostro nuevo.

La plasticidad hace referencia también al modo en que el cerebro se adapta y encuentra nuevas formas de aprendizaje tras haberse producido alguna lesión: por ejemplo, un daño cerebral. En general los cambios en el cerebro se producen en función del uso. Lo que no se usa se pierde. Normalmente, no podemos aprender una destreza nueva y conservarla para siempre si no practicamos. El cerebro se adapta continuamente a su entorno. Las investigaciones sobre la plasticidad del cerebro del adulto han sacado provecho de técnicas de neuroimagen como RMF o TEP, así como de estudios sobre recuperación de la función cerebral en pacientes con lesiones cerebrales [1]. 

¿Se pueden crear células nuevas a lo largo del ciclo vital?

Los cerebros adultos pueden desarrollar células nuevas, en un reciente estudio de investigadores suecos y americanos se observó que en el hipocampo humano adulto pueden dividirse y desarrollarse células nuevas. Esto acaba con el dogma de que nacemos con todas las células cerebrales que llegaremos a tener en la vida y que no puede formarse ninguna más. Naturalmente, no es cuestión de que crezcan más y más células. De hecho todos perdemos células cerebrales, y con rapidez a partir de los cuarenta años. Pero las nuevas investigaciones ponen de manifiesto que tal vez haya formas de sustituir al menos algunas de las células perdidas en ciertas regiones cerebrales.

Efectos del envejecimiento en el funcionamiento cerebral

Los efectos de la edad en el funcionamiento cerebral producen entre otros cambios, diferencias a nivel fisiológico. El tamaño del cerebro se reduce pues pierde un mínimo porcentaje de su peso y volumen debido a que las neuronas que no se reproducen a sí mismas van muriendo a lo largo de la vida. (Stassen y Thompson, 2001). Sin embargo ciertas neuronas tienen la capacidad de realizar otras funciones para las que estaban inicialmente preparadas y por tanto, cuando mueren neuronas, las restantes asumen sus funciones de forma autónoma. Así las dendritas siguen creciendo a partir de cada neurona y se pueden ampliar las conexiones entre las neuronas que sobreviven. (Stassen y Thompson, 2001).

Lo importante no es el número de neuronas que tengamos o perdamos, sino las conexiones que se establecen entre ellas a partir del uso y estimulación cognitiva adecuada. (Maroto, 2003) El hipocampo es una estructura con forma de caballito de mar que está situada en niveles profundos del cerebro y es fundamental para la navegación y la memoria espaciales. Cada sistema de memoria depende de un sistema cerebral diferente y se desarrolla en un momento ligeramente distinto.

La corteza prefrontal sigue desarrollándose durante toda la infancia y hasta entrada la adolescencia. Es probable que tareas aparentemente insignificantes para los adultos resulten realmente difíciles para los niños, así los bebés exhiben una capacidad básica para la memoria de trabajo y a corto plazo, pero esta capacidad continúa perfeccionándose a lo largo de la infancia [1]. 

Envejecimiento normal vs patológico

Suele establecerse una diferencia entre los sujetos que podríamos decir “envejecen en salud” y envejecimiento patológico. En el primer caso dominan los cambios derivados del envejecimiento primario, ligados al orden de lo fisiológico. Son personas que han tenido pocas enfermedades a lo largo de su vida y se han desarrollado en un entorno ambiental propicio. En el segundo caso, una acumulación de enfermedades y un ambiente inadecuado genera un envejecimiento prematuro (Rivera, 2004).

Es importante tener en cuenta, la diferencia entre declive y deterioro; mientras el declive son cambios que suceden con probabilidad al envejecer, en el deterioro sucede un cambio patológico generalmente producido por una enfermedad[2]. A nivel cerebral, la frontera entre la vejez normal y la patológica no siempre son claras, debido al carácter progresivo y gradual de los cambios que se producen es esta última etapa de la vida, en la que empiezan a declinar funciones de algunos órganos o sistemas y las enfermedades o agresiones recurrentes también generan interferencias en su delimitación. Posiblemente para cualquier ser humano lo más importante es su capacidad para almacenar experiencias y poder beneficiarse de ellas en su actuación futura [2].

La memoria es una característica básica de la inteligencia humana y está presente en todas las actividades de la vida cotidiana, ya sea intelectual, académica, social, profesional o creativa. La memoria es el proceso mediante el cual son posible nuevos aprendizajes, permitiendo aprender de la experiencia sin que sea necesario repetirla (Cabello y Porras, 2009). 

Procesos de memoria

El modelo de niveles de procesamiento de Craik y Lockhart (1972, citado en Hernández, 2005) sugiere que la memoria es el resultado de actividades de procesamiento aplicadas al flujo de información que accede al sistema cognitivo. Tres procesos de memoria que propone este modelo son: codificación, almacenamiento y recuperación.

Codificación

Es el registro de la información en el momento del aprendizaje. (Grieve, 1995) constituye el procesamiento inicial de la información que será aprendida y su modo de codificación influirá en la capacidad de recuperación (Hernández, 2005). Existen diferentes factores que influyen en el proceso de codificación, tales como la atención, la motivación, la organización del material, los niveles de procesamiento y la distribución de la practica en el aprendizaje. Entre ellos, los niveles de procesamientos son los que más atención recibieron por parte de los investigadores de la memoria (Hernández. 2005).

Las hipótesis de los niveles de procesamiento sugiere que a mayor profundidad en el nivel de procesamiento de la información, tanto mejor es el recuerdo. Así, un procesamiento de la información a nivel superficial, basado en las características físicas de los estímulos produciría peor recuerdo, mientras que la codificación profunda, basada en el significado de los estímulos, generaría mejor recuerdo de la información. Existe además, un nivel intermedio, basado en el análisis fonético, que procesa la apariencia sonora de la información (Hernández, 2005).

Almacenamiento

Mantenimiento o retención de la información en la memoria hasta el momento de ser requerida. (Hernández, 2005) Ciertos experimentos demostraron que el recuerdo de elementos empeora después del aprendizaje intercalado de elementos similares. El olvido puede deberse a la interferencia y no al tiempo transcurrido. (Grieve, 1995) Esta fase de consolidación se mejora abordando la organización de las percepciones, el orden de la información y la codificación. Los ejercicios se basan en estimular la capacidad lingüística (crucigramas, letras en desorden, etc), la capacidad de asociación (palabras e imágenes) y la capacidad de estructuración intelectual. (clasificación por categorías, textos desordenados) (Montejo et al, 2001)

Recuperación

Constituye la evocación de los elementos de la memoria (Grieve, 1995) El recuerdo es el proceso más difícil, pues recordamos sin ninguna información adicional que nos ayude. Por otra parte, el reconocimiento muestra el mayor nivel de rendimiento, pues implica la identificación correcta de la información. El uso de claves, tanto verbales como visuales, facilita la evocación de la información. En esta etapa de recuperación, el olvido puede ser debido, además de problemas de almacenamiento, a que la información permanece almacenada, pero no se puede acceder a ella.

La recuperación está afectada por el contexto y el humor. Se ha demostrado que la evocación es mejor si tiene lugar en el ambiente en el que se aprendió. También se facilita si tiene lugar en un estado interno al que se tenía en el momento del aprendizaje, así por ejemplo personas depresivas recuerdan mejor acontecimientos tristes. (Grieve, 1995; Hernández, 2005) Esta fase de recuerdo y evocación, se ejercitan, mediante técnicas que estimulan las referencias espacio-temporales y la integración asociativa por medio de pistas y asociaciones. (Montejo et al, 2001) 

Alteraciones de la memoria relacionadas con la edad

Desde los aportes de la neuropsicología cognitiva y la neurociencia cognitiva, entre los aspectos afectados por el tiempo, se hace referencia:

  • Tareas de recuerdo libre y recuerdo con claves, en la memoria del contexto y de la fuente, disminuye el recuerdo de dónde y cuando tuvo lugar un acontecimiento.
  • Memoria prospectiva: con la edad se cometen más olvidos relacionados con actividades a realizarse en un futuro próximo. (Hernández, 2005)
  • Memoria de trabajo: las personas mayores no parecen tener problemas en el almacenamiento pasivo de la información pero sí cuando una tarea requiere llevar a cabo algún tipo de procesamiento al mismo tiempo que se almacena la información. La vejez podría caracterizarse por un déficit en la capacidad del ejecutivo central mientras que los procesos automáticos permanecerían más o menos intactos. (Hernández, 2005)

En la vida cotidiana de los ancianos, se expresa en las dificultades para encontrar las llaves, o recordar el nombre de personas conocidas en un momento determinado. (Hernández, 2005) (2)

Referencias bibliográficas

  1. Blakemore, S. J.; Frith, U. 2007. Cómo aprende el cerebro. Editorial Ariel. Barcelona.
  2. Fernández-Ballesteros, R. 2011. Envejecimiento saludable. Congreso sobre envejecimiento. La investigación en España. Madrid.
  3. Jara Madrigal, M. 2007. La estimulación cognitiva en personas adultas mayores. Revista Cúpula. Costa Rica, 4-14.
  4. Maroto Serrano, M.A. 2003. La memoria: Programa de estimulación y mantenimiento cognitivo. Madrid: Instituto de Salud Pública.
  5. Peña-Casanova, J. 1999. El libro de la memoria: Historia de vida. Barcelona. Fundación la Caixa.

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